La supervisión es neurálgica en cualquier aspecto, en cualquier nivel; en cualquier área. Es la que garantiza que las cosas se están haciendo cumpliendo los parámetros de lugar y respetando los protocolos.
Pero es preocupante y llama mucho la atención la poca importancia que parece dársele a este salvavidas con el que se juega en RD, como cuán mano de dominó se tratase en donde cada pieza jugada es una acción pero que no se calcula en el proceso de jugada para soltar la próxima ficha con la intención, que en este caso, pudiera tener cualquiera que es resultar victorioso. La victoria aquí sería un lugar seguro. En el área de infraestructura no es solo aprobar, no es solo soltar la primera pieza y dejar que corra la suerte. Es por eso que las declaraciones de ayer del presidente Abinader durante La Semanal con La Prensa dan miedo.
La admisión de que en el país no hay una institución que supervise las infraestructuras privadas, sin ánimos de exagerar, provoca pánico. Pues quiere decir que se lleva un buen tiempo aprobando proyectos que no son supervisados.
No es la primera vez que escribo sobre el tema de las edificaciones y el crecimiento a nivel de infraestructura que experimenta República Dominicana, por lo que conversaciones con expertos he tenido, y hojas para atrás que he echado para sustentar lo que mis ojos miopes patológicos ven con ayuda de un lente que aclara todo. No hay supervisión, es verdad.
Para muestra Jet Set, más de 200 vidas aplastada por un techo que se desplomó simplemente porque no fue supervisado o no se le dio seguimiento a la edificación que, previo al derrumbe, fue víctima de un incendio, sumado a los años de construcción que cargaba cada viga, cada esquina, cada varilla, cada soporte… más de 50 años.
Y esta es la parte en la uno se pregunta ¿Para que son los protocolos?. Todo el que estaba ahí dentro pensó que estaba en un lugar seguro. El Ministerio de la Vivienda y Edificaciones, el CODIA, la alcaldía ¿Qué están haciendo? ¿Inaugurando parques y proyectos de viviendas de bajo costo? La función de esas instituciones va más allá. Y es tiempo de que usted como ciudadano sepa qué le corresponde a cada quien. Este texto es solo un recordatorio a los que juegan con el salvavidas, reiterándoles que es un juego peligroso que debe parar.