En un mundo donde las expectativas de los consumidores, inversionistas y comunidades están en constante evolución, las empresas ya no son valoradas solo por la calidad de sus productos o servicios. Hoy en día, la responsabilidad social, la sostenibilidad y la generación de impacto positivo son factores fundamentales que influyen directamente en la reputación corporativa. En este contexto, el concepto de creación de valor compartido (CVC) surge como una estrategia clave para las organizaciones que buscan consolidarse como líderes éticos y responsables en el mercado.
El valor compartido fue introducido por Michael Porter y Mark Kramer en 2011 y se refiere a las políticas y prácticas empresariales que aumentan la competitividad de una empresa mientras generan beneficios económicos y sociales para las comunidades donde opera. Este enfoque va más allá de la tradicional responsabilidad social corporativa al integrar el impacto social directamente en la estrategia de negocios.
La reputación empresarial es un activo intangible que se construye a partir de la percepción que los diferentes grupos de interés tienen sobre una organización. Cuando una empresa adopta la CVC como un principio fundamental, no solo mejora a nivel económico, sino que también refuerza su imagen pública.
Algunas de las empresas más reconocidas globalmente han adoptado estrategias de CVC con éxito: el caso de Nestlé: A través de su enfoque en la agricultura sostenible, trabaja directamente con agricultores para mejorar sus ingresos y garantizar un suministro responsable de materias primas; Unilever: Su programa de desarrollo sostenible busca reducir el impacto ambiental de sus operaciones mientras mejora la calidad de vida de millones de personas.
El cambio hacia modelos empresariales basados en el valor compartido no solo es una estrategia para construir reputación, sino también una necesidad en un entorno global cada vez más competitivo y consciente. Los consumidores y accionistas del futuro exigirán más transparencia, propósito y compromiso con el bienestar colectivo.
Para las empresas que deseen destacarse, adoptar el enfoque de CVC significa no solo mejorar su reputación, sino también garantizar su relevancia y sostenibilidad a largo plazo. En definitiva, la creación de valor compartido no es solo una filosofía empresarial, sino una herramienta poderosa para transformar realidades y fortalecer la conexión entre negocio y sociedad.