Ética, educación y humanidad.
Cada 29 de noviembre, la República Dominicana celebra el aniversario del Ejército Nacional, una institución que ha sido, a lo largo de la historia, un baluarte de la soberanía y el desarrollo de la nación. Este aniversario no solo es una oportunidad para honrar su legado, sino también para reflexionar críticamente sobre los desafíos que enfrenta y las áreas clave donde debe fortalecerse: la transparencia, la capacitación integral, el bienestar emocional y el compromiso ético de sus miembros.
Mi primera experiencia trabajando con militares me permitió observar de cerca su disciplina, compromiso y amor por las acciones humanitarias. Además, me llevó a reflexionar sobre un hecho innegable: la defensa de la patria exige más que habilidades en realizar misiones. Requiere una preparación ética, emocional y académica que permita a los soldados actuar con eficacia, humanidad y compromiso con los principios que rigen la nación.
El Ejército de la República Dominicana ha jugado un papel crucial en la construcción de nuestra historia. Desde figuras como Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez, héroes de nuestra Independencia y cuyos valores patrióticos han sido un faro guía; Gregorio Luperón, quien lideró la lucha por la Restauración, también destacan Fernando Valerio, quien tuvo un rol protagónico en la Batalla de Santiago, y José María Imbert, clave en la defensa durante la Batalla del 30 de marzo. Antonio Duvergé, por su parte, es recordado como un estratega militar brillante durante la guerra de la independencia, mientras que Ulises Heureaux, aunque controvertido, fue un líder militar influyente en su época.
Sin embargo, la historia también advierte sobre los peligros de un poder militar desvinculado de la ética, como se evidenció durante la dictadura de Rafael Trujillo. Estos episodios subrayan la importancia de que la formación militar no solo se enfoque en tácticas, sino también en el respeto por los derechos humanos y la transparencia. Como afirma el historiador dominicano Juan Daniel Balcácer, “la capacidad de una fuerza militar se mide tanto por su habilidad de respuesta como por su compromiso ético y humano”.
El Ejército Dominicano no puede prosperar en su misión de proteger al país si no enfrenta con firmeza la corrupción y los actos que atentan contra su integridad. Las instituciones militares deben operar con códigos de conducta claros, sancionar cualquier desvío ético y promover una cultura de transparencia y rendición de cuentas. Cada soldado debe entender que su responsabilidad no solo es defender la patria, sino hacerlo con honor, dedicación y respeto hacia los principios democráticos y los derechos humanos.
En un mundo cada vez más complejo, la preparación militar no puede limitarse al dominio de tácticas de combate. Es esencial que el Ejército aspire a formar soldados educados, con conocimientos académicos que les permitan desarrollar una visión más amplia y humanista de su función. La educación superior, junto con programas de pensamiento crítico, ética profesional y liderazgo, fortalece la capacidad de los militares para adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos, promoviendo una relación armónica entre la fuerza militar y la sociedad civil.
El bienestar emocional es otro aspecto fundamental que no puede ser ignorado. Los militares son seres humanos que también necesitan apoyo emocional y educación. Invertir en su capacitación integral es invertir en la seguridad y el futuro de la nación. Ellos y ellas enfrentan situaciones de estrés extremo que pueden afectar su estabilidad psicológica y, en consecuencia, su desempeño y calidad de vida. Para lograr un ejército eficiente y ético, es crucial incluir programas de salud mental en las academias y unidades militares.
La lucha contra el crimen transnacional, la respuesta a emergencias naturales y la defensa de las fronteras demandan un Ejército que sea tan fuerte en su capacidad operativa como en su compromiso ético y bienestar mental.
No puedo hablar de liderazgo en el Ejército Dominicano sin reconocer a dos personas que han dejado un impacto profundo en mi vida, como faros de inspiración y legado de ética, ellos son el General (r) Puro de la Cruz y el Mayor General Rafael Carrasco Paulino, cuya integridad y compromiso con los valores fundamentales del Ejército y humanos, son un ejemplo que, sin duda alguna, trascenderá generaciones. Junto a ellos, mi respeto a cada uno de mis amigos y conocidos miembros de las Fuerzas Armadas.
En este aniversario, se rinde homenaje no solo al pasado glorioso del Ejército, sino también al compromiso constante con su renovación y mejora. La capacitación técnica, el desarrollo académico, el bienestar emocional y la transparencia son pilares sobre los cuales debe sostenerse el Ejército del futuro.
Hoy celebramos la entrega de hombres y mujeres que trabajan incansablemente por la seguridad de nuestra patria, muchas veces hasta dejando a un lado su vida personal. Que este día sea una oportunidad para reafirmar nuestra gratitud y renovar nuestra esperanza en un Ejército que no solo defienda nuestra soberanía, sino que lo haga con honor, humanidad y lealtad a los valores que nos definen como nación.
Patricia Rosado. @patriciarosador